La preparación de un menú, aunque sea de diario, necesita siempre un poco de imaginación para no caer en la monotonía. Y es que se puede comer bien -variado y de calidad- sin gastar demasiado. Basta para ello, en primer lugar, con saberse adaptar a las exigencias y gustos familiares. También es importante modificar con alguna frecuencia la composición de los menús, tratando de ofrecer algo nuevo que dé un giro al "rito" de las comidas y lo convierta en una atractiva ceremonia gastronómica.